Verte sin previo aviso,
fue el mayor gusto y placer...
Dos hermosos y grandes ojos,
con ese negro pasional,
que por color tienen...
Amé tu mirada de inocencia,
que supe perdida, de hace tiempo,
en la dulce crueldad de lo inalcanzable,
te tome como una de mis nuevas musas,
por el simple gusto culposo y complejo,
de tu rostro cuasi de muñeca de porcelana,
con esas dulces y tersas mejillas,
ese color de piel blanco, tan blanco,
que me recuerda lo más puro...
De ese descubrimiento, de tu mirar,
ya tiene casi un mes cumplido
y no dejo de enamorarme de tu belleza,
un simple gusto natural,
de enamoramiento simple y llano...
Ya no añoro tener lo que no es mío,
simplemente disfrutar de tu belleza,
como quién admira una obra perfecta,
una inigualable obra de arte,
creada por manos amorosas, precisas...
Te miro una y otra vez, entre intervalos,
tras las sombras del desconocimiento,
del que yo haya sido prendido
a esa grácil y fina hermosura tuya,
que ansié gritártelo y susurrártelo
a los cuatro vientos primero,
después solo a tu oído,
en un momento de inocente intimidad...
No eres para mí y no lo serás,
pero quisiera, pudieras saberlo,
en un momento de egoísmo,
donde quisiera, poder confundirte
y saber que, tú pudieras sentir lo mismo...
Ese nombre tuyo, tan particular,
que hoy no deje de repetir a cada momento,
cada momento que no serás mía
y cada momento que callare,
tan solo por no torturar tu ser,
por no destruir lo que ya existe...
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